Eso condenó a los croatas a la repesca, cuando parecía que la primera plaza del grupo y por lo tanto el pase directo sería suyo. Pero no. Bélgica terminó por adelantar al cuadro balcánico y el movimiento de Davor Suker, presidente de la federación, fue inmediato. Quitó a Stimac del puesto de seleccionador y puso a Niko Kovac, otro compañero suyo en la época en la que todos ellos eran jugadores.
Repetir precisamente el éxito que tuvo la generación más brillante del joven fútbol croata es el desafío que tiene esta nueva y también competitiva hornada. El Mundial del 98 coronó futbolísticamente a Croacia. Aquel tercer puesto final evidenció el hambre y el talento que hay entre sus fronteras.
En los últimos años Croacia se ha asentado aún más entre los mejores equipos de Europa. Pasó por un momento delicado, pero se ha rehecho gracias a un grupo de jugadores que comanda Modric y que tiene otros buenos exponentes en Rakitic, Olic, Mandzukic, Perisic, Kovacic, todos ellos instalados y brillando en clubes punteros del fútbol continental.
En la última Eurocopa, los croatas demostraron de lo que son capaces en un grupo en el que estaban Italia y España. Fueron un invitado extra de lo más incómodo y tuvieron contra las cuerdas hasta el último momento al conjunto que dirige Del Bosque. Esa es precisamente la sensación que transmite siempre Croacia, una selección irregular pero capaz de complicarle la vida incluso a la mejor selección del mundo.
En la repesca, ya con Niko Kovac en el banquillo, superaron a Islandia no sin sufrir en el encuentro de ida, en el que empataron a cero. Sin embargo, la vuelta fue mucho más apacible de lo esperado aunque Mandzukic fuera expulsado y no disputara los últimos minutos. Ese es otro gran condicionante que se encontrarán los balcánicos en el debut mundialista, puesto que el delantero del Bayern no podrá jugar por sanción.
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